Consolidando su sonido, Conan Gray deja al descubierto sus sentimientos escritos en una dolorosa carta de desamor a través de su cuarto álbum Wishbone.
Con toques folk y pop, el cantante de la generación Z por fin encuentra su camino a la música que quiere crear. Imponiendo su propio estilo y estética sonora.
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Conan Gray entregó el corazón en la palma de sus seguidores con su nuevo álbum Wishbone
Tras lanzar su último álbum en 2024, Found Heaven, existía una incertidumbre sobre el rumbo musical del joven de 26 años.
En aquel año, su propuesta musical estaba vertida a un material que abusaba de los samples de éxitos de los ochentas, para decantar su lírica. Donde, parecía, trataba de encajar con un sonido que no era suyo del todo.
Le tomó un año, y una aparente ruptura amorosa; para que Conan Gray dejara las apuestas por “lo seguro”, y se enfrentara a su mejor sonido. Acompañado de una lírica dolorosa, que completa al por mayor la identidad del músico.
Wishbone es la cuarta entrega de uno de los íconos pop para la generación Z, quién, al igual que Olivia Rodrigo. No teme exponer sus partes y sentimientos más vulnerables a través de sus composiciones.
El álbum arranca con “Actor”, una declaración abierta a borrar un romance que terminó en el verano. Donde Gray dice se ha pasado borrándolo, y escondiendo los sentimientos que no se van.
Canción poderosa para dar pie a la temática central de Wishbone.
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Borrar y renacer a través de la música
Tomando su dolor, Conan Gray cuenta esta historia de desamor, de ilusiones y de traiciones a lo largo de 12 canciones de duración de Wishbone.
Los toques orquestales, la guitarra acústica, y la voz de Gray son una combinación acertada para su nueva producción. Donde no sólo pone su corazón sobre las manos de sus oyentes, pues es lo único que busca. Como una suerte de consuelo.
Temas como “This Song” y “Vodka Cranberry” juegan entre los momentos más agridulces de su relación. Entre un ir y venir doloroso, pero cíclico cómo una atadura hacia Conan que no lo deja ir.
Con una voz suave, Conan Gray implanta su propia sonoridad, triste pero increíblemente resonante.
“Romeo” juega con una introducción de trompetas al estilo mariachi, para decantar la voz del cantante en un pop más dulce y menos folk. Lo que deja ver la delicada versatilidad del intérprete. Mientras en auras un poco más ochenteras está “My World”.
El jazz también se hace presente en el cuarto álbum de Conan Gray, Wishbone en su track 7 “Nauseous”, con coros y profundos pianos.
Pero la fuerza del material regresa una canción después con “Caramel” casi como el eje central de la producción.
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Wishbone es la expiación de Conan Gray
No podemos negar que el material de Conan Gray es una expiación a su corazón roto. Dejando salir los momentos felices, dulces y atroces al mismo tiempo.
Donde, sin mencionar nada concreto, todo lo es.
Como una obsesión que se deja ir, Gray evoluciona a lo largo de las 12 pistas, y mientras en los primeros tracks sientes un dolor punzante. Los últimos suenan como una aceptación hacia la reflexión de lo que pasó y se tiene que dejar ir.
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“Connell” y “Sunset Tower” empiezan el deceso de una vorágine de sentimientos vertidos a través de música folk-indie-pop.
Donde la voz de Gray es la más dulce a pesar de todo el sufrimiento expuesto.
Un álbum visceral, tierno y obsesivo, es sin duda Wishbone. Que, a través de desamores, deja que Conan Gray encuentre y reafirme su lugar dentro de la industria de la música. Mostrando por qué es uno de los íconos pop del momento y representante de toda una generación que no teme a mostrar sentir.